Felicidad

Nuevamente, como siempre, me inspiran. 
Fernando Savater, en una de las entradas de su Diccionario Filosófico, manifestaba (bajo mi interpretación de sus palabras) que la Felicidad es una mera proyección a la que le sobra la vida. Esta "se manifiesta a pesar de todos los pesares, propios o ajenos. No porque los ignore, sino porque los vence",
Entonces, pues, ¿por qué esta lucha constante de las personas por encontrar la felicidad? 
La felicidad llega, cosa muy distinta es cómo se manifiesta. La felicidad llega pero, muchas veces, luchamos contra ella. 
[STOP: No siga leyendo si va a pensar sobre el bienestar y la felicidad situando el foco de análisis a un contexto dramático].
Desvariando un poco, que es lo que mejor se me da, y retomando el foco en el pensamiento social, somos nosotras las personas las que en gran medida nos oponemos a disfrutar de esa felicidad. Aceptarla o aceptar aquello que la produce muchas veces nos supone:
  1. Un cambio en nuestras vidas.
  2. Salir de la zona de confort
  3. Debate moral.
  4. Enfrentamiento a la deseabilidad social.
  5. Construcción de un pensamiento crítico y propio.
  6. Cambiar el autoconcepto de la misma.
Vayamos por partes. 
Muchas veces aquella situación vinculada a nuestro placer o nuestra felicidad conlleva cambios (1). Cambios en nuestra vida laboral, sentimental, familiar, social... Cambios de residencia, económicos o incluso de hábitos. Cambios, los temidos cambios. Partimos de la base de que los cambios suelen ser gestionados de una manera errónea. A título propio, un cambio brusco (y no tan brusco, que nos conocemos) puede suponerme un estado constante de ansiedad. ¿Es malo tener miedo a un cambio? ¿Es malo estar nerviosos/as por un cambio? ¿Por qué negativizamos todo? 
Los cambios producen miedos, inestabilidad, nerviosismo, dudas... Pero, ¿qué nos produce la falta de felicidad? 
Aquí pasamos al gran momento, salir de la zona de confort (2), atrevernos a dar el paso. Ese paso que nos impulsa a lo que nos hace feliz en ese instante. 
De la zona de confort doy un salto atrás y no me molesto mucho en hablar de ella (sí, hay futuro post). Hablemos de la moralidad (3), nuestra amienemiga. El bien y el mal. El bien y el mal aceptado por una sociedad moralista fundamentada en una religión. 
Que si no puedo acostarme con quien quiera, que si debo de mantener una relación así, que si debo estar con esta pareja porque es la que me conviene, que si tengo que casarme y tener hijos/as, que si está mal la homosexualidad, transexualidad y todo aquello que se salga de la heteronormatividad. Que si no te puede gusta la Semana Santa y ser rojo o vaya escándalo abortar o decidir sobre tu cuerpo lo que te dé la gana. 
No pensamos en lo que creemos que está bien o mal. No pensamos en lo que nos puede hacer feliz o no. Pensamos en lo que agrada, en lo que es socialmente aceptado, en lo "normal"(4). 
No somos capaces (generalización, que sí) de tener una opinión, un criterio y una capacidad de decisión propia y aleja de lo que "queda bien". No con esto quiero decir que no tengamos normas sociales. Vivimos en sociedad, somos seres sociales y necesitamos la relación. Pero esta no se fundamenta en juzgar a las personas y derrotear su felicidad. Se basa en el respeto mutúo y, sinceramente, esta asignatura la tenemos suspensa desde hace años. 
Es un proceso duro, constante, largo... Pero tenemos que hacerlo. Por nosotros/as y por ella, nuestra felicidad, 
Y recordad, la felicidad nos la da alcanzar nuestros objetivos, nuestras metas, nuestros sueños. Pero también nos la da apreciar, valorar los pequeños detalles de cada día, los gestos y los cuidados. Y por supuesto, la felicidad nos la damos nosotros/as permitiéndole que baile y se pasee en nuestras vidas. 

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