Perdurabilidad Pt. 1

Las dos y media de la mañana y aquí he vuelto.
Vuelvo a sentir un pequeño despertar de emociones y sentimientos que me vinculan directamente con estas letras o, mejor dicho, con esta necesidad de juntarlas para expresar algo.

Posiblemente mucho de lo plasmado aquí hasta ahora haya cambiado. Mi pensamiento, al igual que mi habilidad comunicativa y mi forma de comportarme ha seguido evolucionando y cambiando de forma. Posiblemente si leo a la Sra. Rouge del pasado ponga el grito en el cielo por la cantidad de sandeces que podía escribir. Pero no pasa nada. Eso también forma parte de mi historia, de mi pasado.

Pero si hay algo que no queda enterrado en un versículo anterior de mi es mi fiel defensa del amor y mi férrea lucha contra los estereotipos en las relaciones.

Hoy vuelvo a hablar de la perdurabilidad.
En mi entorno cercano se están dando últimamente bastantes situaciones en las que observo cómo las personas seguimos autocastigándonos y autocompadeciéndonos por seguir ligados al mito de la eternidad.

Nueve años de relación y actual infelicidad. Los caminos se han separado, los objetivos vitales no están enfocados igual, los sentimientos difieren mucho de lo que se pretende aparentar. Discusiones continuas, conflictos constantes. Infelicidad.
Miedo. Miedo al cambio. Miedo a acabar con una dinámica de relación que nos ha acompañado desde hace mucho tiempo. Miedo a la soledad (sin saber que nunca estaremos solos y que no hay mayor soledad que la de vivir una vida que no nos llena).

Veintitrés años de relación. Matrimonios. Hijxs de por medio. Comodidad y falta de amor. Otras personas empiezan a despertar sentimientos y emociones que llevábamos tiempo sin conocer. Nos reencontrarnos con ilusiones que dábamos por perdidas. Nos frenamos. Miramos a nuestro alrededor y no lo vemos sencillo. No lo es. Supone un cambio. Supone romper con lo establecido. Supone desafiar nuestros miedos y enfrentarnos a algo que tenemos completamente arraigado a nuestro modelo de conducta. La confusión nos paraliza.

A ambos supuestos sumamos la presión y deseabilidad social. El miedo al qué pasará, a lo desconocido. El desconocimiento y la ignorancia. La falta de amor propio y autoestima.

¿Por qué seguimos poniendo cadenas a nuestra felicidad?

Seguiremos.

Comentarios

Entradas populares de este blog

El aceite de Orégano

Un amor que perdura