Simplistas.
Nos quedamos en lo superficial sin llegar a profundizar. Nos quedamos en las risas sin observar lo que despierta a esta. Nos quedamos en las lágrimas sin analizar los miedos. Nos quedamos con los momentos sin buscar un por qué. Somos tan simplistas que aunque tengamos delante nuestra la respuesta a problemas futuros preferimos esperar a que lleguen y entonces buscarle camino alguno.