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Hay momentos en los que todo se puede teñir de un color lúgubre. La vida comienza a ramificarse en una serie de caminos confusos, unos caminos cuyas direcciones ni siquiera podemos presuponer. Numerosas preguntas rondan nuestras mentes. Nos sentimos solos, perdidos, anhelantes de respuestas y necesitados de protección. Somos simples individuos perdidos en una sociedad sin futuro. Contemplamos el pasado y nos percatamos de lo sucedido, de las vivencias, de los hechos más destacables, de todas aquellas batallas ganadas y de todas aquellas perdidas... Entonces volvemos al presente; observamos lo que nos rodea, el teatro en el que actuamos, la sociedad cooperante de esta farsa y, ¿qué conclusiones sacamos? Repugnancia, ira, vesania, desesperación, hambre, suicidios, mentiras, manipulación. ¿Cómo nos sentimos? Ofendidos, engañados, manipulados, asustados. ¿Qué sentido tiene seguir cuando no encuentras fuerzas para luchar?

Llegados al momento en el que consideramos que nuestra vida ha alcanzado el punto de insatisfacción y desmotivación lo único que queremos es escondernos donde nadie nos vea, sentirnos invisibles al resto. Es un gran cualidad de los humanos, huir. Antes de llegar a ese punto y por supuesto antes de caer en el abismo, es importantisimo mirar lo positivo y pensar en las personas que te apoyan y también necesitan tu apoyo.

No todo puede ser malo. Siempre hay personas dispuestas a sacrificarse por ti, ayudarte, sacarte sonrisas, brindarte consejos... Darte motivos para luchar contra cualquier obstáculo que se ponga en tu camino.
Gracias.

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